lunes, 22 de noviembre de 2010

Plegaria para un niño dormido

Finde largo, movidísimo y repleto de sonrisas. Desde las 8:30 de la mañana del sábado, hasta el atardecer de este lunes que me anunciaba que todavía tenía una semana más para poner la mente en marcha... Apoyo escolar a los nenes de la Loma, almuerzo con los chicos de la UES y la tan esperada proyección del mini-documental de La Noche de Los Lapices, tan bien finalizada por la charla con un compañero de la militancia desde que la misma avanzaba en los primeros años... Emotivo, como todo lo que significó esa lucha y esos corazones que no se podían censurar. Y cálido, por ser una charla siempre entre nosotros, con comentarios continuados y una que otra risita amigable, pero que guardaba un enorme respeto al tema que se estaba (Y casi con obligación moral) tratando. Terminada la reunión, me tomé el 152 y me volví a las 20:45 a casa para ponerme las botas negras (Esta vez, ¡Completamente sanas!) e irme al cumpleaños de una señorita que aprendí a querer como pocas, por esa situación y esa personalidad especial que me alegraron casi todas las mañanas del año y que siempre me hizo sentir mejor. ¡Gracias por tanto, Yanu! Felices 15 (:
   Dando por terminado lo sentimental, volvi cuando salía el sol y apoyé la cabeza en la almohada sabiendo que mis ojos descansarían sólo por unas tres horitas, porque ese mismo mediodía, el morocho más hermoso y cachetón de todo el universo, cumplía su primer añito en esta vida.
   Me desperté con mi vieja a menos de un metro, con la cabeza metida en su Facebook (Sisi, mi mamá tiene facebook y eso elevó su irritabilidad al cubo) y causándome esos bajones mañaneros que te impiden sonreirle al cielo, y te provocan las ganas constantes de mandar todo al joraca y volver a dormir.
  Salimos de casa tarde, y el comentario de: "Nosotras vamos más tempranito y te ayudamos con todo, tía!" se fue volando por la ventanilla como los chicles que pierden su sabor arriba de un bondi. Mi hermana y yo compartimos un viaje largo, pero de esos que me hacen reir demasiado. Da risa saber que fue por la molestia que nos provocaba mamá, que arrancamos a hablar más seguido... Es una persona muy parecida a mi, pero con esos grandes detalles diferentes que convierten una relación, en una amistad duradera. Además de ser una fuente de experiencia del día a día y una inconsciente consejera.
    Llegamos. Gente, comida y globos en multitud. Caras conocidas, caras desconocidas, carcajadas, sonrisas tímidas, abrazos, besos, festejos y alegría... Y entre todo eso, una caripela se distinguia: La de mi primito Sebas.
   Ese negrito simpático que llegó a la vida de todos de una forma inesperada y a la vez, la más esperada de todas. El sueño cumplido y la esperanza de un presente duradero convivían todos los días, junto con el crecimiento de un nene que llegué a amar con todo mi corazón, y del que me sería imposible imaginar muy lejos. Un año entero de vida, desde aprender a mirar con otros ojos a dos personas, hasta descubrir las mil y un formas de pasar una tarde. "¡No puede ser más lindo!" Es lo único que se te pasa por la cabeza cuando te mira con esos ojazos brillantes y oscuros. Esos ojos que rebalsan de la curiosidad que te da el estreno, lo nuevo, lo que todavía no encontré y ni siquiera sé si quiero buscar. Esos ojos que te matan de amor. Esos ojos que tienen un camino entero para recorrer, llenitos del breve ayer y el extenso mañana. Llenitos del hoy, siempre llenitos de hoy.
  Te reís con él porque te reís de lo simple. Te reís de sus gestos, de sus balbuceos, de sus intentos imposibles y soñadores. Sos feliz porque él es feliz, inmensamente feliz con eso: El amor. El amor que le dan todos, el que también te dan a vos y me dan a mi, pero que por alguna razón suena tan cercano viniendo del bodoque.
  Y así pasa la tarde, después la noche y más tarde la mañana. Dejás de cuestionar un poco a la vida para disfrutarla así como es, porque te vive dando regalos y te pide siempre una cosa a cambio: La esperanza de la lucha imparable. Decir siempre lo que creés necesario, pero a veces simplemente callar para escuchar la risa del que tenés al lado, que a veces ni lo conocés, pero todos necesitamos un poquitito de felicidad ajena de vez en cuando.

¡Feliz cumpleaños, primito hermoso! ¡Gracias por alegrarme tanto la vida!

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