sábado, 30 de octubre de 2010

Que ves el cielo

Tu partida no sólo me empapeló la tristeza de perder a un corazón noble, sino también me dejó un mal sabor de boca, y no pude evitar preguntarme... ¿Será siempre cierto, eso de que descubrimos el verdadero valor de las cosas, justo cuando ya no podemos disfrutarlas? Fue tan poco lo que te pude admirar en vida... Tus pensamientos, tus proyectos, tus ideales, el compañerismo con tu pueblo, tu inteligencia, el amor incomprable que le tenías a tu gente. Esa lucha que, junto a Cristina, pudiste emprender sin importarles lo que se decía, lo que se atacaba, lo que se mentía... Porque sabían que ahí adelante había un futuro mejor para todos.
Escuchar tu voz, después de saber que te fuiste, me permite sentirte un poquito más cerca. No porque tu cuerpo descanse hoy en paz y ya no pueda salir a defender lo que nos pertenece, sino porque el espíritu y las ganas de vivir se refleja en cada sonrisa luchadora que te recuerda sin bajar los brazos.
Si algo querriamos todos que pudieras saber en este momento, es que los sueños de una justicia argentina siguen intactos en cada pensamiento... Aunque estoy segura que cuando partiste de este mundo lo sabías. Lo sabías porque entendías que las cosas marchaban bien cada vez que tus ojos se iluminaban con la mirada de la compañera de tu vida, de la madre de tus hijos, de tu esposa y por muchos años más, nuestra querida presidenta. 
¡Siempre vas a vivir en mí!
Gracias por todo Néstor, hasta siempre.

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